Erase una vez un día muy soleado en la casa de Idaira, ella ese día estaba con su amiga Paula, jugando y saltando, cuando de repente, Paula empezó a gritar:
- Un bicho, un bicho, ¡tengo miedo!
Idaira le preguntó:
- Porqué le tienes miedo a esa arañita?
Idaira le preguntó eso porque ella no le tenía miedo a ningún bichito, sabía que son animalitos un poquito feos de apariencias pero que forman parte de nuestras vidas y no nos hacen daño.
Entonces escucharon una voz muy suave que lloraba.
- Buah, buah, buah
Empezaron a mirar a ver de donde venía ese leve llanto, e Idaira se dió cuenta de que venía de la arañita.
- ¿Qué te pasa arañita? ¿Cómo te llamas?, le pregunta Idaira
- Me llamo Mily y lloro porque he perdido a mi mamá y no sé llegar a casa.
- Claro, dice Idaira, es que estás en mi casa no en la tuya, ¿quieres que te ayude a encontrar la tuya?
- Si por favor, dijo la Arañita Mily
Paula se quedó muy sorpredida porque la arañita era muy buena y no le hacía nada malo, además era una bebé araña que sólo buscaba su casita y decidió ayudar a su amiga Idaira a buscar la casa de Mily.
Idaira le preguntó a Mily si le podía dar alguna pista para encontrar su casa, entonces arañita le dijo que era muy cerca de una flor muy grande de color rosa , que había al lado de una casa de pajaritos.
Idaira empezó a pensar y a pensar y se dió cuenta de donde era el sitio que le dijo Mily la arañita. Idaira le dijo a Mily que se subiera a la palma de su mano, y salieron corriendo las dos niñas con Arañita y fueron al jardín.
- Sí aquí es, la encontré ahí está la casa de los pajaritos y ¡mira, la flor rosa!
Cuando estaban más cerca del lugar Paula empezó a gritar de nuevo:
- ¡Una araña grande, una araña grande, socorro, ayuda!
- Paula, Paula no te preocupes esa es mi mamá, ven vamos a acercarnos a ella, dice Mily la Arañita
Mamá Araña se acercó a Idaira y le dió dos patitas de las ocho que tenía a su hija la arañita para cogerla en brazos y le dijo a Idaira:
- Muhcas gracias Idaira, estaba buscando a mi bebé pero no la encontraba y ya me empezaba a preocupar, gracias por traérmela., y a ti también Paula muchas gracias.
Paula se quedó muy sorprendida y se dió cuenta de que en el campo hay muchos bichitos que no nos hacen ningún daño y que sólo por ser feos no significa que sean malos.
A partir de ese día cada vez que un bichito, sea el que sea, entra en casa llama a Mamá y a Papá para que lo devuelvan a su hogar y así fue como Idaira enseñó a su amiguita que a los seres de la naturaleza sean del color que sean, de la forma que sean hay que respetarlos siempre.
© Copyright 2008 Yolanda Flores Louzán – Todos los derechos Reservados
1 comentario:
Gracias Yoli por dejarme publicar tu cuento en éste espacio... Me encantó...
Es la prueba de que la sencillez y la imaginación hacen relatos así!!
Felicidades!
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