Cada día, cuando amanece, puedo sentirte tan sólo
abrir los ojos, te haces presente en cada situación por insignificante que sea,
siendo parte de cada segundo…
Cuando dejo correr el agua de la mañana por mis
manos, se abren para recibir toda la energía del Universo, y con sólo
nombrarte, te siento.
¡Reiki! Y mis manos toman conciencia de cada roce,
de las gotas de agua fresca, recargando de energía que me llena y transporta en cada movimiento
cotidiano.
Con la conciencia activada de tu poder, me sumerjo en las cosas sencillas de mi vida,
el abrazo a mi hijo, el orden de mi casa, salir casi de noche a la calle y
respirar… aire.
¡Reiki! Y mi nariz siente un cosquilleo, huelo el
sereno de la noche, mis oídos se abren a los sonidos, mis ojos disfrutan como
nunca de un amanecer que se hace oculto para aquellos que van sin mirar porque
tienen prisa.
Empiezo a encontrar mas conductores amables y yo sonrío, no se si alguien se da cuenta,
pero me sigo llenando de ti…
¡Reiki! Y soy plena conciencia del cielo azul, de
la copa de los árboles verdes, del viento, el sol o la lluvia y me doy cuenta
de que ahora todo es mas intenso.
Cualquier cosa que hago, me huele y sabe a ti…
Eres esencia, aroma, luz y despertar.
Eres intensidad y plenitud.
Como si fueras perfume, desde que me levanto, me
voy rociando gotitas de ti. Llenando mis sentidos de tu magia, de tu poder y
grandeza, porque desde que estás en mi vida, yo también soy “esencia Reiki”.
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