Brilla el sol en la ventana
solo pequeñas nubes lo acompañan,
brilla el pelambre de tus lanas
con reflejos de rizos y pestañas.
Cae la cascada sonrisa de tu boca
alternada con el agua de tus pozos,
cual prístino cristal de limpia roca
reposando al borde de tus canelos ojos.
Ojos grandes
como todo lo que tu mirada puede abarcar,
pequeños para reir
y grandes para llorar,
inquietos para sentir
y serenos para amar.
Son tus manos fuertes y pequeñas,
juguetonas para hacer cosquillas
y aunque eres alegre, chiquilla,
también ellas, solo a veces se entristecen
y subiendo hasta tus pozos se estremecen
estrechando el gotear de tus mejillas.
¡Naricilla diminuta y respingona!
gracioso adorno de tu perfil,
aunque te quieras poner regañona
ella te hará siempre juvenil.
¿Te ríes? deliciosa y metálica castañeta,
siempre hablas con mucha prisa,
y poniendo firme tu silueta
vas mezclando palabras, llantos y risas.
¡Dices, dices, palabrerías!
pero escondes tus infantiles pensamientos
y yo queriendo saber ¿qué diría?
y tu pregunta y pregunta ¡que algarabía!
y yo sin conocimientos,
solo pensando ¿qué diría?
Solo cinco años hija, y como me llenas,
cuando te vuelva a ver
se nos irán las pensas.
Mi niña feliz volverá a ser
pues olvidaremos la ausencia.
Y yo ¿qué pedir? Solo una cosa:
que no vuelva a estar sin ella.
© Adrián Pérez de Vera
solo pequeñas nubes lo acompañan,
brilla el pelambre de tus lanas
con reflejos de rizos y pestañas.
Cae la cascada sonrisa de tu boca
alternada con el agua de tus pozos,
cual prístino cristal de limpia roca
reposando al borde de tus canelos ojos.
Ojos grandes
como todo lo que tu mirada puede abarcar,
pequeños para reir
y grandes para llorar,
inquietos para sentir
y serenos para amar.
Son tus manos fuertes y pequeñas,
juguetonas para hacer cosquillas
y aunque eres alegre, chiquilla,
también ellas, solo a veces se entristecen
y subiendo hasta tus pozos se estremecen
estrechando el gotear de tus mejillas.
¡Naricilla diminuta y respingona!
gracioso adorno de tu perfil,
aunque te quieras poner regañona
ella te hará siempre juvenil.
¿Te ríes? deliciosa y metálica castañeta,
siempre hablas con mucha prisa,
y poniendo firme tu silueta
vas mezclando palabras, llantos y risas.
¡Dices, dices, palabrerías!
pero escondes tus infantiles pensamientos
y yo queriendo saber ¿qué diría?
y tu pregunta y pregunta ¡que algarabía!
y yo sin conocimientos,
solo pensando ¿qué diría?
Solo cinco años hija, y como me llenas,
cuando te vuelva a ver
se nos irán las pensas.
Mi niña feliz volverá a ser
pues olvidaremos la ausencia.
Y yo ¿qué pedir? Solo una cosa:
que no vuelva a estar sin ella.
© Adrián Pérez de Vera
De mi padre dedicada a mí...